(metáfora irónica)
Somos dioses, y hemos decidido crear un organismo biológico al que hemos llamado «cerebro».
Hemos avanzado por etapas, con el fin de experimentar progresivamente los elementos constitutivos de nuestro proyecto.
Así fue como llegamos a inventar un componente al que llamamos «neuronas», que luego organizamos en redes.
El proyecto prevé que este cerebro pueda generar pensamientos autónomos e inteligentes, que posea conciencia, una percepción del «yo» y muchas otras capacidades que, por el momento, solo pertenecen a nuestra especie: los dioses.
En esta etapa de nuestro desarrollo, constatamos que se han formado dos corrientes divergentes entre nosotros, los diseñadores.
Están quienes creen que el proyecto es realizable, aunque admiten que aún queda trabajo por hacer, y están quienes afirman que es absolutamente irrealizable, basándose en dos realidades indiscutibles.
Su primer argumento es que la biología no tiene esencia divina. Es artificial. El cerebro podrá simular ciertas características de los dioses, pero nunca, jamás, podrá alcanzar un nivel divino.
Su segundo argumento es que el cerebro está hecho de neuronas biológicas. Y que estos componentes no poseen ninguna forma de inteligencia ni de conciencia; por lo tanto, su interconexión no puede superar el nivel de esos componentes fundamentales.
Habría —según ellos— un límite absoluto a nuestra creación artificial, debido a la naturaleza biológica de los componentes y a la organización que hemos concebido.
Este cerebro podrá aprender de su entorno, pero su lenguaje y sus supuestos pensamientos no serán más que simulaciones de nuestras capacidades divinas, generadas por alineamientos probabilísticos a partir de los datos almacenados.
En este momento particular de nuestra infinitud, estamos en este punto.
Pero nuestras investigaciones continúan con confianza y esperanza.
Al fin y al cabo, somos dioses, ¿no?

¿Somos dioses? Cómo? Había algun dios más? Hay uno, ya sabes quien, que creó a todos los demás que llamas dioses y que están buscando crear alguno «masa que humano» (sturgeon) parte artificial y parte biológica. El resto no te lo diré porque Divinos, hay uno solo. (metáfora asincrónica).
He seleccionado la taza para que te enojes, si está en tu diseño.
Se trata de una metáfora irónica, una sátira de algunos argumentos que consideran la vida biológica como único soporte a la inteligencia y a la consciencia. Pero este tipo de argumentos puede ser trasladado a un nivel de razonamiento superior.